Se escondía en desvanes olvidados de los espacios
vacíos de su corazón y salía cuando nadie miraba, sin pedir permiso, sin pedir
perdón. Una vez fuera, falto de fuerza, falto de luz, intentaba pasar
desapercibido, pero desprendía un peculiar aroma y tenía un secreto matiz,
perceptible sólo para aquellos ojos cuyos reflejos también lo podían emitir. (no era tangible)
(Yo
lo vi).
Anna.